Meditando...

Uno de estos días en que hacía uno de mis rutinarios viajes en las micros de santiago, una ancianita se sentó a mi lado y como si hubiéramos sido amigas de años, comenzó a contarme algunas de sus penas.
Comenzó así:
- Mijita llevó casi 60 años de casada. Puede preguntarle a mi marido y el le dirá que siempre fui la esposa perfecta. Hice todo lo que una buena esposa debe hacer, actué siempre del modo correcto, pero nunca fui feliz.
En un segundo me imagine su vida y el panorama que me estaba contando, así que en ese intertanto, pregunte:
-¿Por qué?
-porque yo no amo a mi marido.
Y con algo de pena dije:
- pero, entonces, ¿Por qué se casó?
La ancianita, emocionada, me respondió:
- En mis tiempos de lola una no escogía al marido. Eran los padres los que lo escogían. Un día mi viejo dijo:”Hija dentro de dos meses vas a casarte con el hijo de mi compadre”. Así que preparamos todo. Los detalles para la fiesta quedaron todos arreglados y, faltando dos días para el casamiento, conocí a mi novio. No me gustó!!!
Nunca,nunca logre quererlo, pero me casé porque tenía que obedecer. Fui una esposa perfecta, pero nunca fui feliz…
Me quede pensando un largo rato, luego ella se bajó y continúo su camino, y así su vida, amargada y triste al lado de alguien que nunca pudo amar…

¿Cómo ser feliz al lado de alguien a quien no se ama?

El bautismo es una especie de casamiento con Dios.
Muchos cristianos tal vez puedan decir:” Dios, estoy en la iglesia, bautizado hace cinco, diez o quince años. En todo ese tiempo cumplí, de alguna manera, lo que la iglesia pide, pero nunca fui feliz”. ¿por que? Porque no es posible ser feliz al lado de alguien a quien no se ama. Convivir con una persona a quien se ama es ya una tarea difícil, así que, imaginé que será cuando no hay amor. Nunca podremos ser felices estando en la iglesia solamente porque nacimos en ella, o debido a la presión social, religiosa o familiar. Todos esos motivos sólo tienen algún sentido cuando el gran motivo es el amor por Dios. Si no es así, la vida cristiana llega a ser un infierno, una horrible carga que sobrellevar. Hacer las cosas solo porque estamos bautizados, solo para cumplir, solo para agradar a los hombres, es lo peor que puede pasarnos. Siempre estaremos pensando en salir, en abandonar todo o, quizá, cuando nadie nos ve, estaremos haciendo las cosas que no debemos hacer.

Todas las normas de la iglesia, todas las cosas que tengamos que abandonar, todo lo que tengamos que aprender, tendrá algún significado únicamente cuando el amor de Jesús nos impulsa. Nuestras oraciones no deberían ser: “Dios, ayúdame a guardar tus mandamientos”, sino: “Dios, ayúdame a amarte con todo mi ser”.

Me tomó casi una hora, comprender las arrugas de su rostro, las que pensé...estaban más que justificadas.